miércoles, 12 de noviembre de 2008

DMG: el arte de multiplicar el dinero

Los fines de semana, el tráfico sobre la Autopista Norte, a la entrada de Bogota, se vuelve un nudo con los miles de carros esperando entrar en una feria comercial algo particular. En ella se ofrecen desde carcasas para celulares de última moda, hasta carros y camionetas de marca, pasando por muebles, cirugía estética, televisores plasma y servicio de diseño interior.

Pero la mayoría de las miles de personas que se agolpan en esta gran bodega –que alguna vez sirvió de escenario paara conciertos y rumbas que duraban toda la noche– apenas miran los productos de reojo. Están más interesados en lo que está pasando en el sótano.

Allí, filas de más de trescientas personas esperan con una paciencia ansiosa para escuchar la charla obligatoria que les abre las puertas a jugosas rentabilidades. “¿A cuánto estarán pagando hoy?” se preguntan unos a otros los potenciales clientes de DMG, una empresa que está causando revuelo en Colombia por los jugosos beneficios que ofrece y las sospechas que levanta el volumen y el tipo de negocios que hace.

Después de horas esperando afuera, los clientes están obligados a apagar sus celulares y sentarse a escuchar una conferencia. Juan Pablo Ordóñez, un joven serio de saco y corbata, es el encargado de explicarles a los potenciales clientes cómo funciona el negocio. Las personas que van por primera vez escuchan con atención todos los detalles. Ordóñez aclara: “No somos una financiera, no captamos dinero.” DMG, explica, es simplemente una comercializadora de productos y servicios a través de tarjetas prepago que se pueden usar en negocios que forman parte de la “red DMG”.

Pero los veteranos que ya saben cómo es el negocio, sólo quieren conocer a cómo están los puntos. Porque la prepago de DMG no es una tarjeta cualquiera. Con ese plástico, el cliente firma un contrato que al cabo de seis meses le da unos beneficios en puntos redimibles en dinero en efectivo.

En mayo se ofrecía el 50% del monto que un cliente invertía en la tarjeta prepago; en agosto ofrecía el 100%. La semana pasada se rumoraba entre los clientes que DMG llegó a reconocer hasta el 150% de la inversión original.

Ese tipo de rentabilidad es tentador para cualquiera, sobre todo cuando muchos usuarios se quejan de que los bancos cobran por cualquier movimiento en su cuenta o incluso por una simple consulta de saldo, mientras apenas ofrecen una fracción en intereses de lo que da DMG. En el mejor de los casos, los bancos dan un 10% efectivo anual sobre un Certificado de Depósito a Término (CDT) de seis meses.

El negocio, dice la firma, es el fruto del “visionario’, dueño y fundador David Murcia Guzmán, un “genio” con conciencia social que, ofreciendo hasta 15 veces mejor rendimiento que los bancos, ha sacado a más personas de la miseria que todos los programas sociales del Estado (ver recuadro).

Los interrogantes

Pero críticos y escépticos aseguran que la modalidad de prepago y puntos son simples eufemismos por inversiones e intereses y que en realidad DMG es una pirámide financiera sofisticada que ha sabido maniobrarse entre los vericuetos legales. Investigadores de diferentes entidades del Gobierno sospechan que detrás de todo hay un “oscuro chorro de plata” de lavado de activos. Sin embargo, después de dos años de investigaciones no han logrado formular cargos contra la compañía ni sus directivos, aunque sí se han tomado medidas administrativas.

“Lo que hoy esta haciendo DMG no es delito. Ni siquiera es contravención.” dice enfáticamente Abelardo de la Espriella, un joven abogado que es el nuevo escudero de la firma en Colombia. De la Espriella es más conocido por defender a políticos colombianos enredados en el escándalo de la llamada parapolitica sobre pactos non-sanctos con fuerzas paramilitares.

Tanto autoridades como clientes se asombran por el volumen de negocios de DMG, que se jacta de tener 200.000 clientes. Para el 2007 reportó ingresos operaciones de $72.000 millones, pero para este año se espera una cifra mucho mayor. El fin de semana del 13 y 14 de septiembre, según datos de la propia empresa, vendió $16.000 millones. Si en promedio vende la cuarta parte de eso los 365 días del año, sus ingresos operacionales para 2008 pondrán a la empresa en el mismo club que algunas de las siderurgias y petroleras más importantes del país.

De Putumayo a Panamá

¿Cómo lo hacen? Esa es la pregunta que todos se hacen, pero a la que nadie tiene respuesta.

Murcia, un joven de apenas 28 años, comenzó su vida laboral buscando “extras” para producciones de televisión y cine nacionales. De un momento a otro dejó la vida de farándula y estableció –en el pueblo de La Hormiga, en del departamento de Putumayo– el negocio que se convertiría en un conglomerado multinacional de más de 30 empresas que mueve decenas de miles de millones de pesos.

El hecho de que haya surgido en el Putumayo, que alguna vez fue el epicentro del negocio de la coca en Colombia y que es un reconocido reducto tanto de la guerrilla de las FARC como de grupos paramilitares, dio pie a las primeras especulaciones de que Murcia y su negocio estaban ligados de alguna manera a la guerrilla o a los paras o a narcotraficantes, lo que él niega rotundamente.

Después del boom cocalero, que termino cuando llegaron los aviones de fumigación por cuenta del Plan Colombia, La Hormiga y gran parte del departamento se vieron deprimidos económicamente cuando los proyectos de desarrollo alternativo no dieron los frutos que esperaban los campesinos. Después llegó David Murcia, y las épocas del boom regresaron. Muchos encontraron incluso más rentable este negocio que la propia coca.

La empresa ya estaba en el radar de las autoridades, cuando en agosto del 2007 agentes de la policía detuvieron a dos hombres en una camioneta, que resultaron estar transportando $6.509 millones en efectivo en cajas y algunos costales que estaban escondidos en los huecos de las puertas. DMG reclamó el dinero, pero los billetes, que según investigadores estaban húmedos con rastros de tierra, como si hubieran salido de algún escondite, pasaron a extinción de dominio. DMG manifiesta que está recopilando los documentos para probar el origen lícito de los billetes; pero hasta ahora no ha podido convencer a la Fiscalía.

Y el pasado 20 de septiembre, las autoridades decomisaron en el aeropuerto de Manizales decenas de fajos de billetes de alta denominación por un monto total de $4.760 millones, que eran trasladados de una avioneta a un vehículo particular y que pertenecen a DMG. La investigación quedó en manos de un fiscal de la Unidad Nacional contra el Lavado de Activos.

La empresa dice que debe trasportar esas grandes cantidades de dinero en efectivo; pues el sistema financiero colombiano le ha cerrado las puertas. Y, sin embargo, la empresa ha seguido creciendo. Este año lanzó la Gran Feria DMG al norte de la capital, donde se exhiben y venden los productos DMG y las tarjetas prepago. También posee oficinas en el corazón financiero de Bogotá, en la calle 72, y en el sanandresito de San José. Ahora tiene operaciones en Panamá, Ecuador y Venezuela, y pronto se quiere lanzar en México y Perú.

En la mira de las autoridades

Es tan grande la fuerza que está tomando DMG y son tan profundas las sospechas que el Gobierno formó un grupo de trabajo que está estudiando el caso de la empresa desde todos los ángulos legales posibles. El grupo lo conforma la Fiscalía, la Dijín, el DAS, las superintendencias Financiera y de Sociedades, la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN), el Ministerio de Hacienda y la Unidad de Investigación y Análisis Financiero.

Después de meses de investigación, en septiembre del 2007, la Superintendencia Financiera tomó la primera medida en contra de DMG. A través de una resolución, obligó a la empresa Grupo DMG S.A. a desistir de cualquier recepción de dinero del público con las tarjetas prepago y ordenó devolverles a todos los clientes el dinero que habían invertido, monto que en ese momento ascendía a $18.000 millones.

Luego de un recurso de reposición que perdió, Grupo DMG S.A. efectivamente devolvió la plata y pasó todas las operaciones de ventas de las tarjetas a la empresa DMG Grupo Holding S.A. Como contra esa empresa no existe ninguna investigación hasta el momento, sigue desarrollando la misma actividad por la cual fue sancionada Grupo DMG. “Es que no se han recibido quejas formales con evidencias,” asegura uno de los investigadores.

Posiblemente, la Superintendencia esté esperando que se resuelva una demanda contra la resolución que la comercializadora interpuso ante el Consejo de Estado, alegando que la actividad que realiza no es una captación ilegal de dinero.

En julio se le apretó la tuerca aún más, esta vez por parte de la Superintendencia de Sociedades. Esa entidad resolvió someter a control a DMG Grupo Holding S.A. por una serie de irregularidades que encontró en sus libros contables.

En agosto le tocó el turno a la DIAN, que realizó una inspección a las instalaciones de las oficinas del grupo y se llevó documentos y computadores para analizar su situación tributaria, aunque los abogados de DMG dicen que todo está en orden y que el año pasado la empresa pagó $57.000 millones en impuestos. Al mismo tiempo, en la Fiscalía hay una investigación abierta por el posible lavado de activos.

Con toda esta presión de las autoridades, DMG ha ido ajustándose y modificando su manera de operar. Hace dos años, los clientes se dedicaban a comprar su tarjeta y a los seis meses a retirar el dinero y recibir sus “puntos” sin mayores obligaciones más allá de hablar bien de la empresa. Ahora, sin embargo, les toca entregar los nombres, cédulas y teléfonos de tres personas referidas para poder comprar la tarjeta. Y desde el primero de agosto, a la hora de cobrar sus puntos en efectivo, deben presentar un registro tributario para la retención en la fuente del 6%.

Los clientes

Aura González, una diminuta campesina setentona, quedó frustrada por no haber podido invertir los $100.000 que había traído desde su finca en Gachancipá, enrollados en una talego, porque no sabía que ahora había que entregar números de teléfono de los referidos. “Antes no pedían eso, uno metía su plata y ya,” dijo refunfuñando mientras esperaba que escampara un feroz aguacero que se filtraba por el techo del galpón de la comercializadora.

John C., un joven de 29 años, lleva dos años invirtiendo y le ha ido tan bien que dejó de lado su negocio de venta de licores y artículos de aseo. “Esto es mucho más rentable,” dice John C., quien pidió que no se divulgara su apellido. “Vivo mejor y sin tanto estrés.” Él invierte, en promedio, entre $3 y $4 millones mensuales, y con la rentabilidad que le da provee para su esposa y dos hijos. A través de DMG ha comprado desde la ropa de los niños hasta un carro Mazda.

John C. es miembro de lo que a la empresa le gusta llamar la Gran Familia DMG, clientes fieles que defienden los intereses de la compañía. Cuando la Superintendencia Financiera ordenó al Grupo que dejara de captar dinero, miles de clientes marcharon en Bogotá y otras ciudades gritando lo que se ha convertido en el lema de la empresa: “Dejen trabajar”. Facebook, la red social de Internet, tiene varias páginas que agrupan a sus clientes.

Allí, clientes fieles, que de la Espriella equipara a “esas novias que se enamoran perdidamente”, escriben blogs y notas en contra del Gobierno y del sistema financiero formal, que acusa a la comercializadora de ser una pirámide financiera.

De la Espriella dice que los bancos han visto afectado su negocio por DMG y por eso le han cerrado las puertas del sistema financiero a la empresa, que se ve obligada a manejar todos sus negocios en efectivo. Curiosamente, el Banco AV Villas, parte del conglomerado bancario Grupo Aval, uno de los detractores más fuertes de DMG, hace poco comenzó a ofrecer puntos a sus clientes por referir a sus amigos.

Los banqueros sostienen, sin embargo, que les cerraron las puertas a David Murcia y su empresa por la sospecha de que hay algo turbio detrás.

¿Qué pasa con la legislación?

Un funcionario del Gobierno que ha investigado las actividades de DMG sugirió que éste no es más que un lavadero de dinero disfrazado de una pirámide financiera. “Como tiene ese chorro oscuro de plata, no se cae como se caen otras pirámides,” asegura el funcionario, quien exigió anonimato.

Las pirámides ilegales han proliferado en Colombia en los últimos años, típicamente con una persona que establece una oficina en un garaje o un local alquilado, capta dinero ofreciendo buen rendimiento y a los pocos meses desaparece dejando a los inversionistas iracundos con las manos vacías. Pero de la Espriella insiste categóricamente que DMG no es una pirámide “porque las pirámides se caen y DMG nunca le ha quedado mal a nadie.”

A diferencia de las pirámides en los esquema Ponzi, el inversionista trata directamente con el promotor, quien normalmente dice haber encontrado una formula mágica y misteriosa para multiplicar el dinero. Al igual que las pirámides, ofrecen altas rentabilidades a un público poco sofisticado en el manejo financiero, que no hace muchas preguntas. La vida de ambos sistemas depende de la inyección constante de nuevas inversiones.

El Gobierno colombiano está promoviendo un proyecto de ley que endurecería las penas para la captación ilegal de dinero, que ahora es un delito excarcelable. Pero a la empresa no le asusta el posible cambio de norma porque en boca de la Espriella: “DMG no capta dinero, vende bienes y servicios. DMG no paga intereses, premia a sus clientes con puntos por publicidad.”

“La realidad hoy es que no hay una sola ley o decreto que prohíba la actividad que realiza DMG,” agrega el abogado.

Pero un reconocido analista financiero dice que nada explica cómo la empresa puede ofrecer rendimientos de 100% y hasta 150%. “Ningún negocio, fuera del narcotráfico, te da esas cifras. Nunca,” sostiene el analista, quien pidió no ser identificado. Explica, además, que para ofrecer 150% de interés tendría que estar generando para sí alrededor del 180%.

La clave del negocio, según de la Espriella, es que Murcia “creó una nueva forma de hacer negocios”; pero “contar el secreto equivaldría a revelar la fórmula de la Coca-Cola”. Sin embargo, ofrece algunas pistas: el 80% de lo que “vende” en las tarjetas prepago lo reinvierte en “publicidad” (lo que paga a los clientes luego de seis meses). El otro 20% lo utiliza para comprar los productos que ofrece a sus clientes. Con los proveedores se negocia un descuento hasta del 30% sobre los precios comerciales, prometiendo un gran volumen, y además DMG cobra un 10% por el derecho de estar dentro de su red de negocios. Los bienes lo paga a 120 días.

En lo que parece una nueva modalidad, la empresa, a través de su filial Body Channel, está anunciando que los clientes podrán comprar pines para acceder al canal por Internet a cambio de puntos por publicidad –pero esta vez en dólares por Internet y se pueden usar tarjetas Visa, Mastercard o American Express. Por un “pin” de US$500 con “contrato” a seis meses, el cliente recibe US$1.100.

John C. confiesa que no entiende completamente cómo funciona el negocio y que inicialmente tenía cierta aprehensión. “Pero lo bueno de esto es que uno no pierde. Metes un millón de pesos y ahí mismo los puedes consumir y te compras la nevera o el televisor. Y después te dan tus puntos por la publicidad que uno hace.”

A pesar de las contrariedades que tiene DMG con el establecimiento colombiano –o tal vez, gracias a lo mismo– la empresa está en franca expansión. El 19 de septiembre abrió su primera oficina en Medellín, un día después de establecerse en Ubaté (Cundinamarca). Y la empresa lanzó –a través de su blog oficial– una convocatoria para alquilar locales a lo largo y ancho del país para instituir oficinas en capitales regionales y pequeños pueblos.

También anuncio que está recibiendo hojas de vida de abogados penalistas, comerciales y administrativos para trabajar en localidades donde DMG tiene presencia en Colombia, así como en Panamá, Venezuela y Ecuador.

Es parte de la estrategia del grupo, manifiesta una persona allegada a la empresa. Mientras más se expande el negocio, y más gente depende de DMG, más difícil va a ser que el Gobierno los persiga. “A estas alturas si tratan de cerrarlo, van a tener un problema social muy grande,” asegura.

Quién es David Murcia Guzmán

David Murcia Guzmán es un joven de extracción humilde que hoy se le ve en grupos sociales altos y asistiendo a fiestas con personajes de la farándula y los hijos del presidente Álvaro Uribe. Según sus seguidores, es un visionario y un genio, y para sus críticos es un estafador, que les lava el dinero a narcotraficantes y terroristas.

Nacido en Ubaté (Cundinamarca), trabajó un tiempo como director de casting en producciones de cine y de televisión colombianas, entre ellas la película “Bolívar soy yo”. Luego de una estadía en Santa Marta, se fue para el departamento de Putumayo, fronterizo con Ecuador, donde asegura haber montado un negocio “solidario” vendiendo productos naturistas, que posteriormente se convirtió en DMG.

Murcia, de hablar pausado, pero firme, no deja escapar un ataque a su empresa sin un contraataque. Cuando la Superintendencia Financiera le ordenó parar la captación, emitió un comunicado por video en YouTube y escrito en Facebook respondiendo a las resoluciones “injustas”. En su blog en Internet lanzó una larga arenga contra Grupo AVAL, el conglomerado financiero más poderoso de Colombia.

A Murcia no se le conocen estudios de economía ni de finanzas; le gusta proyectarse a sí mismo como una persona solidaria a quien le preocupa la gente humilde. Luego de unas recientes inundaciones se le vio en un video repartiendo ayuda humanitaria a los damnificados.

John C., un cliente fiel de DMG, lo ha conocido en varias ocasiones en eventos de la comercializadora. Le pareció una persona “muy humana” y le impresionó lo joven que es.

Pero un analista financiero dice que Murcia es un vivo que ha sabido explotar la idiosincrasia de los colombianos, a quienes les gusta el dinero fácil.

Algunas de las razones sociales de DMG

En Colombia
Grupo DMG SA
D.M.G. Grupo Holding SA
Global Marketing Colombia S.A.
DMG Publicidad y Mercadeo
Colombia S.A.
Bionat Labs S.A.

En Panamá
Grupo DMG Inversiones Inteligentes S.A.
Grupo DMG Intelligent Cards Corp.

En Ecuador
MarPublish DMG Marketing S.A.
DMG Business S.A.
DMG Comp Comercializadora S.A.

Algunas empresas y marcas asociadas
* El Gran Trigal (supermercado)
* Farmasentry (farmacia)
* Productos Naturales DMG
* DMG Construcciones
* The Body Channel
* The Humor Channel
* Factory Models
* DMG Fashion
* DMG Diseño y Arquitectura
* DMG Constructores
* DMG Comercializadora virtual
* Hosset Lifestyle
* Inmunovida
* Studio Pilates
* Pabón Castro y Asociados

Donde está

Colombia:
Armenia, Bogotá, Buenaventura, La Calera, Chía, Chocontá, Duitama, Funza, Fusagasugá, Granada, La Hormiga, La Vega, Llorente, Machetá, Mocoa, Montelíbano, Montería, Orito, Pasto, Pitalito, Popayán, Puerto Asís, Puerto Boyacá, Santa Marta, Sibundoy, Sopó, Suesca, Tocaima, Tumaco, Tunja, Villagarzón, Villavicencio y Yopal.

Panamá: Ciudad de Panamá, Carriquí, Chitré y Colón.

Venezuela: Caracas.

Ecuador: Quito, Guayaquil, Cuenca y Lago Agrio.

Los números del 2007

* Ingresos operacionales $72.023 millones
* Activos $32.720 millones
* Patrimonio $127 millones
* Utilidad neta $38.000 millones
* Endeudamiento 99,6 %

Se prendieron las alarmas en otros países

En Panamá, la Superintendencia de Banco y a la Bolsa de Valores ya tomaron nota de DMG y emitieron comunicados alertando que no tiene autorización para captar dinero en Panamá.

En Ecuador, tres empresas relacionadas con DMG, incluyendo DMG Business como se conoce el negocio allá, fueron objeto de la disolución por parte de la Superintendencia de Compañías, por la captación ilegal de dinero. En Ecuador, la disolución es la primera medida sancionatoria de la Superintendencia.

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